miércoles, 11 Dic, 2024

Central Tucupí: un proyecto que explora y democratiza la creatividad

por | Feb 5, 2020 | Actualidad

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Central Tucupí es un espacio de crecimiento personal y coaching para emprendedores, creativos, artistas y cualquiera que tenga un impulso o interés creativo que quiera desarrollar. Su creadora, Paula Rebuelta, asegura que absolutamente todos, independientemente de nuestros intereses y patrones de comportamiento, somos personas creativas: «La creatividad es un rasgo humano, un potencial que todos tenemos». Le gusta concebir la creatividad como una «energía accesible por todos» y que no tiene por qué emanar exclusivamente de nosotros mismos: una de las bases de Central Tucupí es situar una parte de la creatividad, la que tiene que ver con la inspiración, fuera de nosotros para tomar menos responsabilidad con respecto a ella y aprender a gestionar mejor las emociones que derivan de nuestros éxitos y fracasos. 

paula-rebuelta-central-tucupiLa creatividad es algo difícil de medir y cuantificar. Hoy en día, en el entorno comunicativo en el que nos movemos, nos vemos abocados a utilizarla casi por necesidad. Procesar estímulos y reciclarlos para generar algo original es algo habitual en las redes sociales, pero también en el trabajo, donde la creatividad es cada vez más valorada en los procesos de selección, o hasta en nuestras relaciones personales: parece que si no innovamos y creamos cosas nuevas todo el rato corremos el peligro de no despertar interés y ser vistos como muebles carentes de emoción. Sin embargo, la creatividad sigue siendo algo que entraña muchos secretos y misterios. No sabemos bien en qué consiste, de dónde surge y mucho menos cómo domarla o manipularla. 

Cómo surge Central Tucupí

Central Tucupí surge para aportar una serie de herramientas a todos aquellos que necesitan valerse de la creatividad, bien porque constituya la principal fuente que nutre su actividad profesional, bien porque quiera desarrollar un proyecto o aspiración personal por la mera necesidad de crear. Artistas, emprendedores, diseñadores o comunicadores son solo algunos de los perfiles que pueden encontrar en Central Tucupí las respuestas a sus inquietudes y necesidades. En realidad, esta plataforma de coaching para emprendedores está abierta a todo aquel que pretenda potenciar su capacidad de crear arte, emprender iniciativas o experimentar con sus procesos creativos. En esta entrevista, Paula Rebuela nos abre las puertas a Central Tucupí:

-¿Cómo nace este proyecto de coaching para emprendedores y artistas?

Tenía muchas ganas desde hacía años de montar un proyecto que tuviera que ver con las ideas y con cómo funciona la creatividad. La creatividad se asocia mucho a las profesiones con una formación artística, pero lo cierto es que es una cualidad humana que todos tenemos. En los entornos laborales en los que me había movido la creatividad era una cosa que escaseaba bastante. Culturalmente es algo que tenemos, efectivamente, muy asociado a los artistas, cuando es una cualidad que nos facilita muchísimo nuestro día a día. Empecé a darme cuenta de que eso tampoco era una opinión personal mía, sino que había informes de recursos humanos y de contratación, sobre todo por parte de empresas anglosajonas, en los que se empezaba a ver que era una de las cualidades más buscadas a la hora de contratar personas.

Vivimos en un clima de amenaza constante de otra crisis económica y la evolución tecnológica va a un ritmo cada vez más rápido, por lo que todos los puestos de trabajo y las necesidades cambian con muchísima más rapidez que antes. Incluso la formación se queda obsoleta enseguida. De alguna manera, los rasgos que los empleadores buscaban eran estos, que se consideran más como habilidades blandas y difíciles de cuantificar.

 

«Las personas creativas son más flexibles, más adaptables y más resilientes»

 

Las personas creativas son más flexibles, más adaptables al instante y más resilientes. En este mundo cambiante son rasgos muy deseables. Cuando planteé este proyecto y ponerlo en marcha, quise centrarme en cómo poder desarrollar el potencial creativo que ya tienen las empresas en sus empleados y, sobre todo, averiguar qué estructuras y entornos favorecen la creatividad. Encontré una oferta de empleo hace años en la que buscaban un director de inspiración: alguien que dirigiera sus equipos creativos, elaborara informes de tendencias, organizara viajes para ver cómo se hacían las cosas en otros países en el sector… Y de alguna manera, más allá de una formación externa que pudieran hacer ciertas empresas, fuera una figura que tuviera una continuidad. Ahí surgió un poco la idea de Central Tucupí.

Yo estuve durante tres años trabajando en Disney. Ellos en España sí que han hecho formación para desarrollar esa creatividad de los empleados. Pedí la documentación porque eso lo habían hecho un par de años antes de que yo llegara. Habían contratado una agencia externa y me pareció que lo que habían hecho era bastante pobre. Esto me hizo reafirmarme en que sí que existía esa necesidad.

 

«Las personas que viven de la creatividad se identifican muchísimo con su profesión, forma parte de su identidad de manera más arraigada. Eso implica que, a la hora de mostrar su trabajo, la gestión emocional, de las críticas y de las inseguridades sea más complicada»

 

Lo que me faltaba un poco eran las herramientas para materializar esto y final hice un máster de coaching para emprendedores. Ahí me di cuenta también de que las profesiones creativas tienen una problemática asociada que es propia de estas industrias. Normalmente las personas que viven principalmente de la creatividad como su materia prima como pueden ser escritores, diseñadores, artistas o arquitectos, se identifican muchísimo con su profesión. Forma parte de su identidad de manera más arraigada que como puede ser en el caso de un economista, un contable o un abogado. Eso implica que, a la hora de mostrar tu trabajo, la gestión emocional, de las críticas y de las inseguridades sea un poquito más complicada.

Sí, porque es un trabajo más personal. Algo más hondo…

Sí, exacto. De alguna forma, cuando cuadras un balance de cuentas no estás exponiendo tu universo interior, tus miedos y tus alegrías de la misma manera que cuando organizas una exposición. Ahí vi que en toda la parte de gestión emocional a la hora de desarrollar la creatividad de una manera mucho más vinculada a nuestro sentir y a nuestra identidad también había una necesidad importante. Y de ahí surgió Central Tucipí.

-¿De dónde viene el nombre?

Tucupí es un pimiento brasileño. Estuve en Río de Janeiro hace unos años de viaje y aquello me encantó y probé una salsa de tucupí que me enseñaron los padres de mis amigos. Yo quería un nombre que fuera más evocador que cualquier cosa que tenga la palabra «creativo», que ya está muy denostada y se usa mal con frecuencia. Por otra parte, hablar de artistas tampoco me cuadraba porque esto es un proyecto que va por las dos caras, tanto por la gente que efectivamente se definen como artista como por la gente que todo lo contrario: piensan que ellos no son creativos en absoluto. Central Tucupí me pareció un nombre que despertaba lo suficiente y que al mismo tiempo era saltarín y evocador y por eso me decidí. Así de tonto o de inteligente fue.

-Dices que todos somos personas creativas. ¿Todos, todos?

Todos, todos. Es una cualidad como la memoria, que se puede trabajar más o menos y entonces tendrás mejor memoria, o puedes usarla lo mínimo y entonces se resiente. Yo tengo 35 años y a los 12 me sabía El teléfono de todas las personas a las que llamaba. ahora no me sé el teléfono de nadie porque ya no necesito memorizar eso. No digo que los mecanismos de la creatividad y la memoria funcionen igual, pero básicamente todos tenemos ese potencial. es un rasgo humano, como el lenguaje.

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Antes comentabas que la creatividad se machaca tanto hoy en día —un poco por obligación también, porque todo nos lleva hacia ahí— que incluso puede estar denostada en ciertos sectores ¿Hay una tendencia desmesurada a la necesidad de ser creativo? Nos obligan prácticamente a serlo.

Sí, yo creo que también va vinculado un poco a que hemos pasado años de crisis económica horrible. De repente parecía que la solución era emprender y que todos podíamos hacerlo. Han surgido estas nuevas habilidades y de alguna manera se ha empezado a hablar de ellas sin saber muy bien ni lo que son exactamente. Cualquier cosa que se salga un poquito de la norma ya es «qué creativo». Estamos entrando en un momento en el que si todo es creativo nada lo es. También, dentro de la creatividad hay rasgos de calidad, pero eso ya sería meternos en otra discusión más fangosa.

Desarrollar la creatividad mediante el coaching para emprendedores y artistas

-¿Qué tipo de metodología proponéis en central Tucupí?

Depende. Tenemos varios tipos de herramientas, pero se adapta al cliente totalmente. El coaching y la inteligencia emocional son herramientas fantásticas a la hora de materializar proyectos. Nos encontramos mucho con gente que no tiene una actividad profesionalizada, pero que sí tiene una producción personal y expone, etc. Muchos tienen problemas como la procrastinación, que está muy vinculada al miedo. Si tengo tres meses para hacer esto y lo hago el día antes, si me sale mal es porque lo he hecho el día antes. Pero si me sale bien soy un crack. Mientras que si he dedicado tres meses de mi vida a un proyecto y me sale mal, la derrota es mucho más dolorosa. Y si me sale bien, pues estupendo. Ese tipo de particularidades.

Cada uno viene con su bagaje, con sus experiencias y con cosas que se les hacen más o menos bola, por así decirlo. Yo también trabajo con programación neurolingüística. Es una disciplina o rama de la psicología que defiende que podemos entender la estructura mental de alguien a través del lenguaje, que es una construcción simbólica. Por lo tanto, si cambiamos el lenguaje podemos cambiar ese proceso mental. Cuando nos encontramos con personas que se identifican mucho con su trabajo y que de alguna manera les produce cierto miedo a exponerse, se trabaja mucho la autoestima, la seguridad, la gestión de las críticas… Y la PNL es una herramienta directa a la hora de cambiar creencias.

En vez de considerar todas estas herramientas —el coaching, la inteligencia emocional o incluso el PNL— como la panacea, han de verse como como diversos caminos para que cada uno desarrolle su potencial a su manera, ¿no? Un coaching para emprendedores personalizado. Porque muchas veces no tener un método, sea el que sea, te hace no actuar. Al final se trata de encontrar el método que más se ajuste a ti. Independientemente de que esa misma metodología a otra persona no le funcione nada. 

Eso es. Eso por la parte de gestión más personal, pero también hay personas que trabajan bien pero siempre recurren a los mismos procesos para generar ideas y les apetece probar técnicas nuevas. Esa es otra parte que nosotros también trabajamos. Eso va en función de dónde y cómo trabaje esa persona.

También creo que la creatividad está muy asociada al espíritu crítico. En el momento en el que sacas este espíritu y cuestionas ya no das por hecho que algo tiene que ser de una manera y así es cuando puedes empezar a pensar o a especular de qué otra manera podría ser. Trabajamos con ese tipo de recursos, pero es un proceso muy personalizado.

 

«La creatividad está muy asociada al espíritu crítico. Cuando cuestionas, ya no das por hecho que algo tiene que ser de una manera y es cuando puedes empezar de qué otra manera podría ser» 

 

Por ejemplo, el proyecto que acabo de lanzar es El Camino al Artista. Se basa en un libro de Julia Camerón, escritora, poeta, dramaturga, crítica de cine y teatro, directora de cine… Estuvo casada con Scorsese brevemente. Desarrolló este manual en los 90 que es una aproximación espiritual a la creatividad. A mí, por ejemplo, que soy una persona bastante escéptica, me funciona muy bien porque de alguna manera aprendes a confiar y sobre todo, dejas de ser el centro de la responsabilidad. Deja de estar al 100% en tus manos con este tipo de herramientas. Igual que los griegos, que hablaban de las musas, un ente externo a ellos que les inspiraban.

Este tipo de teorías también recurren a una fuerza externa. Hablan de la creatividad como un tipo de energía a la que todos podemos acceder. Pero para eso hay que trabajar una serie de elementos personales para que no interfieran, como son la autoestima, la seguridad, nuestra relación con el dinero…  Hay mucha gente a la que le hubiera encantado hacer cosas artísticas, pero que asumían que se iban a morir de hambre. Se pueden demontar ese tipo de asociaciones, de creencias y de clichés que van asociados.

-Cada vez menos, pero sí que es verdad, que ser artista implica muchas veces mayor incertidumbre sobre tu futuro que otro tipo de ocupación. ¿Eso también lo trabajáis en La Central?

Claro. Cómo gestionar la incertidumbre, la relación con el dinero, la idea que tenemos de lo que es la abundancia. Además, hay mil maneras de tener ingresos. Muchísimos artistas compaginan su actividad con la docencia. Estamos en un momento en el que las empresas están empezando a darse cuenta de que sí que necesitan este capital creativo de alguna manera. En Inglaterra y Estados Unidos ya están surgiendo colaboraciones entre artistas y empresas, cosa que aquí de momento no se está dando, pero que es como una fase tres del proyecto Central Tucupí: servir como nexo de unión para dar este tipo de conexiones y relaciones.

 

«Las profesiones creativas tienen salidas insospechadas»

 

Yo me quedé con ganas de estudiar bellas artes y al final estudié publicidad. Luego son carreras que tienen salidas insospechadas. Que parece que no vas a ir a ninguna parte, pero con el clima económico que hay ahora, entre estudiar empresariales y filosofía ahora mismo tienes más o menos las mismas posibilidades de encontrar trabajo. Yo siempre animo a la gente a que, partiendo de la base de que, en este país, el mercado laboral es difícil, por lo menos intenten hacer algo que les guste, porque te va a costar lo mismo y te lo vas a pasar mejor.

-De hecho, lo bueno de las carreras y las titulaciones creativas es que luego, aunque tienes incertidumbre, también tienes muchas salidas distintas. Al ser creativo puedes ser creativo de mil cosas.

Lo que pasa es que son cosas que, económicamente, están muy mal valoradas. Es mucho más difícil cuantificar un retorno de inversión cuando estás formando a un grupo de personas en creatividad que si las formas en utilizar bien el Office, por ejemplo. Culturalmente todavía hay que hacer un poco de fuerza, pero yo creo que llegaremos ahí en algún momento. Es que nos tenemos que inventar el mundo prácticamente desde cero porque está claro que a nivel ecológico, económico, estamos en un punto que esto no es sostenible. Y la experiencia previa no nos sirve, así que hay que apostar por gente que piense diferente.

-Según tu experiencia, ¿qué factores influyen en el desarrollo de la creatividad?

Es muy importante tener un espíritu crítico, preguntarte contantemente el «¿por qué no?». Más que «¿por qué esto es así?» el «¿por qué no es de otra
manera?». También es muy curioso porque va muy vinculado con la autoestima. Básicamente, para ser una persona creativa tienes que creer que lo eres. Cuando lo haces, de alguna manera empieza a fluir de una forma mucho menos controlada. De hecho, es algo que yo también asocio mucho con el juego, porque cuando estás jugando no te puedes equivocar, es prueba-error. No puedes jugar mal. La creatividad requiere un poco ese marco de pensamiento.

Es muy importante, por ejemplo, haber crecido en un entorno o trabajar en un entorno en el que no se penalicen los errores. En las empresas es una cosa muy complicada, pero es bueno tener cierto margen de error y que aun así te sientas apoyado y seguro. Cuando estás produciendo cosas nuevas no hay garantía de que vayan a funcionar, por lo tanto tienes que tener cierto margen en que se te permita meter la pata. De hecho, el 90% de las grandes ideas han surgido de equivocaciones.

¿Qué determina que estemos inspirados o no?

Es muy importante también la curiosidad. Cuantos más referentes tengas y más te interesen, más capacidad vas a tener para relacionar ideas. Muchas veces también vienen cuando juntas equipos. Si tienes que hacer un plan de comunicación, además del equipo de marketing, también podrías hacer un brainstorming con recursos humanos y con finanzas. Como no tienen ni idea van a decir muchas tonterías, pero a lo mejor también cosas muy interesantes que los de marketing descartan de entrada porque llevan años haciendo eso. Esa mirada fresca puede ser muy inspiradora. No perder la capacidad de sorpresa, ser capaz de mirar las cosas de una manera distinta.

Esto ya es como muy complicado, pero ser capaz de ver la belleza a tu alrededor: todo es susceptible de ser algo bonito o interesante o ser otra cosa que no tiene nada que ver con para lo que fue diseñado. Es un poco ese cuestionamiento constante. La inspiración es de las cosas más escurridizas. Hay gente que tiene una metodología muy concreta. Creo que tiene mucho que ver con el estado de ánimo en ese momento. El tema de la inspiración es una cosa muy personal.

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