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Horizontalidad, empoderamiento y comunicación: la empresa del futuro es social

por | Feb 6, 2020 | Actualidad

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El modelo organizativo y empresarial está en pleno proceso de cambio. La gran mayoría de los expertos en organización, gestión, administración y dirección de empresas coinciden en señalar que las viejas estructuras jerárquicas e impositivas caracterizadas por rangos muy marcados, relaciones de autoridad, unidireccionalidad y tareas impuestas tienen los días contados. La tendencia a la hora de definir cómo gestionar un equipo de trabajo y cómo gestionar, a su vez, las relaciones entre los equipos de trabajo, es, cada vez más, la democratización de los procesos y el empoderamiento del empleado. 

En un mercado en el que la visibilidad, la comunicación, la reputación de marca o la obtención de conocimiento sobre el exterior son tan importantes como la calidad de los procesos internos y los servicios, la empresa tradicional concebida como organización piramidal está perdiendo capacidad de actuación a pasos de gigante. No es una estructura adaptable a los rápidos cambios que se producen en el mundo. Frente a este concepto vertical, surgen nuevas maneras de trabajar y organizar los grupos que conforman las plantillas que tienden a la horizontalidad (con respecto a la jerarquía en la toma de decisiones) y a la multidireccionalidad (con respecto a las interacciones entre los departamentos, ahora más colaborativos e interrelacionados). 

Cómo gestionar un equipo de trabajo. El nuevo paradigma: la empresa horizontal, social y colaborativa

Mar Souto coordina el grado de Recursos Humanos y Relaciones Laborales en Unir, la Universidad Internacional de La Rioja. Lleva décadas ayudando a empresas y fundaciones a inculcar esta cultura organizacional e implantar modelos bajo este nuevo paradigma. En esta entrevista nos muestra cómo gestionar un equipo de trabajo con las premisas de la empresa horizontal, participativa y social en la que todos tienen voz y algo único que aportar. 

-En el ámbito de los recursos  humanos y laborales y a la hora de establecer cómo gestionar un equipo de trabajo, ¿hacia qué modelo nos enfocamos?

Vamos encaminados hacia la empresa social. La empresa bajo el paradigma industrial está abocada a desaparecer. Trabajo mucho con empresas privadas y todavía hay muchas de ellas en el paradigma industrial. Cuando hablo de paradigma industrial hablo de la empresa tradicional, con una estructura organizativa vertical, donde arriba está el directivo, luego mandos intermedios, personal de base, modelos de gestión y de liderazgo autocráticos, poco delegativos, poco participativos… Este tipo de empresa, aunque todavía hay muchas que funcionan así, está en extinción.

-Esa rigidez ¿no?

La rigidez, la poca flexibilidad de no saber distinguir entre lo relevante y lo que no lo es, empresas que no sepan retener talento, que no apuesten por las capacidades de liderazgo… Estas empresas tienen los días contados. Es momento de empezar a cambiar y hacer búsqueda activa de nuevas realidades. Vamos hacia una empresa donde prime el liderazgo consciente. De hecho, lo dice el último informe de Deloitte. Dice que va a ser el perfil profesional más demandado en los próximos años. El último informe de PricewaterHouse igual. Habla de cómo va a transformarse el trabajo de aquí a 2033 y se habla de esta profunda transformación. El último informe sobre el empleo de la Universidad de Oxford habla de los mismo.

Hablamos de una empresa que va a apostar por el trabajador, por los dones y talentos, por habilidades como la capacidad de respuesta, ser proactivos, saber distinguir lo relevante de lo que no lo es, saber gestionar un equipo o un entorno… La empresa industrial servía para un entorno de cambios lineales, pero el entorno actual es de cambios exponenciales. Esta exponencialidad requiere trabajadores que tengan estas características y saber cómo gestionar un equipo de trabajo manteniendo motivados a sus miembros.

La estructura organizativa tradicional va a desaparecer. De hecho, yo me encuentro con organigramas que ya no están ahí en esa estructura de arriba abajo, sino en círculo, donde las flechas van en todas las direcciones, donde todos son importantes y están colaborando constantemente. La tecnología nos ayuda en ese entorno colaborativo, así que pasamos de la empresa industrial a la empresa social o empresa colaborativa.

-¿Los humanos somos recursos?

No me gusta el símil. No somos un medio para un fin.

-Quizá en el paradigma industrial sí, ¿no?

Sí. Pero ahora mismo ya somos capital humano. La clave de la organización somos nosotros. La clave de cualquier organización es la persona que está configurando esa organización. A la hora de determinar cómo gestionar un equipo de trabajo y sus integrantes, es fundamental pasar del recurso al capital. La persona es el corazón, el latir de la empresa. Y después todo lo que gira alrededor, obviamente, hace que vayamos en una u otra dirección.

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-¿Qué es la sociedad inteligente?

La sociedad inteligente es la sociedad que estamos experimentando. Esta transición de sociedad digital a sociedad inteligente con el impacto de la irrupción masiva de inteligencia artificial, donde nuestro nicho de mercado va a estar en nuestros talentos, nuestra creatividad, nuestra habilidad para innovar y en todo aquello que no pueda hacer un robot.

Todas las tareas que puedan ser estructuradas por algoritmos matemáticos van a estar hechas por robots. Se está produciendo este proceso en muchísimos ámbitos, empezando por la banca. Está provocando despidos masivos porque una inteligencia artificial lo va a hacer mejor que nosotros: está trabajando 24 horas al día los 7 días de la semana y además no tiene margen de error. La sociedad inteligente es aquella en la que el ser humano va a estar en el centro de la misma. Eso va a ser esencial para interiorizar cómo gestionar un equipo de trabajo otorgando nuevas funciones y sentidos.

-De hecho, esa inrrupción de la tecnología que automatiza procesos va en pro de esa horizontalidad de la que me hablabas, ¿no? Si todo lo repetitivo, todo aquello a lo que no le hace falta interacción, lo hacen las máquinas, nosotros nos dedicaremos a otra cosa.

Exactamente. Se produce esta paradoja de que hay un cierto temor a la pérdida de empleo con el impacto de la inteligencia artificial. Pero en realidad van a surgir muchísimas oportunidades de empleo. Lo que sí se está produciendo es una transformación. Aquellos procesos que no aportan valor van a ser sistematizados. Es maravilloso porque vamos a dejar de hacer cosas que no nos enriquecen para invertir tiempo en aquello que efectivamente vale la pena. Esto conlleva que todos y cada uno de nosotros tenemos que reflexionar sobre qué es lo que podemos aportar. Es decir, tiene que ver con los dones y talentos. A veces nos olvidamos de nosotros mismos en el camino de la vida y no sabemos qué es lo que nos hace únicos e irrepetibles. Por eso tenemos que ir a la raíz y salir del proceso de domesticación para recuperar aquello que somos.

-Quizá lo que pueda ocasionar más problemática a la hora de adaptar la sociedad a ese nuevo modelo es precisamente la adaptación. Ahora mismo las especialidades que hay, la formación que hay, todavía está un poco anclada a los viejos sistemas. En lo que tardemos en dar el paso de ir hacia una formación más enfocada a la creatividad y la interacción, podemos encontrarnos con problemas…

De hecho, en este país tenemos ese problema. No estamos formando a gente en lo realmente importante. Nosotros en la universidad integramos ya ejercicios que van en esa línea. Por ejemplo, estoy en el tema de habilidades de comunicación. Integramos ejercicios para que los estudiantes se vean en vídeo, tests verbales, corporales, en las diferentes dimensiones comunicativas… Ahí sí que empieza a haber un cambio, pero esto lo deberíamos estar haciendo todos. Dones, talentos, cuáles son, qué vamos a hacer, cómo vamos a innovar, cómo vamos a ser más creativos… Pues no. Seguimos haciendo lo de hace años y de la misma forma.

-Hace poco empecé Sapiens. Hay un fragmento en el que habla de que desde hace varias décadas de miles de años ha habido una cierta pérdida, aunque mínima, de capacidad cerebral. El autor afirma que nuestros antepasados eran un poco más inteligentes porque estaban obligados, cada uno individualmente, a aprender muchísimas cosas para sobrevivir. Pero como formaban grupos muy reducidos de personas, el progreso se daba a un ritmo mucho más lento, mientras que ahora, lo que permite que avancemos mucho más rápido es que hay una sociedad global en la que la colaboración es también global.  Si vamos hacia un mundo en el que la tecnología lo va a hacer casi todo, nosotros tendremos que incentivar otro tipo de habilidades y talentos para no atontarnos, imagino.

Es que eso es fundamental. De lo que nos tenemos que preocupar no es del robot, sino del que crea el robot. Es decir, la tecnología está creada por nosotros. ¿Qué uso le vamos a dar? ¿Qué límites ponemos? Tiene mucho que ver la ética robótica. Hay tantísimas consideraciones que no se están teniendo en cuenta que es fundamental hacer… El proceso es muy rápido, muy exponencial, como dice la Ley de Moore.

Los cambios tecnológicos son exponenciales, pero siempre va a haber un nicho de mercado para nuestra creatividad. Para seguir innovando, para seguir creando, para despertar lo que nos llena. ¿Quieres pintar? Pues venga, voy a ver las posibilidades. Hay muchas cosas por hacer como seres humanos y esto nos lo va a permitir. Estamos hablando ya de si estos robots van a cotizar o no a la Seguridad Social o cómo va a ser la cotización. Eso también ha de llegar, porque la empresa que integre el robot… ¿Cómo va a llevar a cabo ese proceso? ¿Vamos a poner una renta mínima para cuando todo esto esté integrado? Hay muchos debates colaterales. El nicho de mercado humano está en lo que nos hace irrepetibles y únicos. Y eso tiene que ver con dones, talentos, creatividad e innovación.

-¿Qué capacidades de las que se dicen transversales son las más valiosas para el futuro? ¿Inteligente emocionalmente se nace o se hace?

Hay personas que tienen una predisposición a ser inteligentes emocionalmente, también por el contexto en el que han nacido, pero independientemente del punto de partida, todos podemos serlo. Es muy importante trabajar nuestra inteligencia emocional porque a veces nos desgastamos en cosas que son irrelevantes, canalizamos las emociones y los disgustos emocionales a través del cuerpo y hay un impacto físico, biológico, hormonal. Los médicos ya están informando de que un porcentaje muy elevado de las enfermedades tienen una causa emocional. Por lo tanto, gestionar nuestra inteligencia emocional y que nuestro día a día esté lo más predispuesto para la positividad posible es muy importante.

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-¿Cómo se pone en práctica esto?

En ese día a día lo podemos reprogramar para automotivarnos. Siempre podemos buscar esa motivación para que cada día lo consideremos una oportunidad para empezar de cero y gestionar los errores de la mejor forma posible. El error es bienvenido. Yo aprendo mucho más de los errores que de los éxitos, pero colocando el error en esa base emocional de equilibrio para ese proceso de aprendizaje. Son importantes todas estas áreas, tanto las intrapersonales, que dan respuesta al autoconocimiento de quién es uno; como las interpersonales, que serían nuestras habilidades de comunicación. ¿Cómo gestionar un equipo de trabajo? Pues en la medida en que comuniquemos bien vamos a poder implicar, motivar e integrar a los demás. La comunicación depende del emisor, pero lo importante de la comunicación no es lo que dice uno, sino lo que el receptor recibe.

También hay que saber decir que no, porque a veces vivimos la vida de los demás, no la que queremos. Y debemos tener empatía y entender que la realidad es diversa, que nuestra realidad son nuestras experiencias, vivencias y conocimientos, pero que no son las únicas. Hay que mirar las realidades de los demás porque desde esta apertura entenderemos el mundo muchísimo mejor.

-O sea que, en referencia a lo que comentas de que muchas enfermedades tienen causa emocional, al final era cierto aquello que se decía de que «le han matado los disgustos».

Sí, es verdad. El impacto emocional, no lo digo yo, ya lo están diciendo los médicos, provoca una buena parte de las enfermedades. Empiezas con un pequeño achaque que habitualmente se va agrandando y al final el cuerpo no puede responder.

-Es cierto el tópico de que a veces la realidad supera a la ficción. ¿Nos aventuramos poco a imaginar? Ya no a hacer cosas nuevas, sino a imaginarlas. Detecto a veces a mí alrededor y en mí mismo que vivimos absorbidos por obligaciones, por el móvil y por miles de cosas… ¿Estamos ejerciendo poco ese proceso interno de dar rienda suelta a la imaginación?

Yo creo que se produce una paradoja. Hay personas muy ancladas porque no han trascendido esa domesticación y ahí seguirán toda su vida. Me sabe mal decirlo, pero es así. Y después me encuentro el otro contraste, personas que están creando constantemente, que están innovando, que generan constantemente nuevas empresas, nuevos productos… Salen de la domesticación, salen del 0,01 de materia y se reubican en el 99,9 de energía. Esto es así de sencillo y de potente: creer es crear. Es decir, tú eres fruto de lo que piensas. Por lo tanto, yo a veces digo: ¿cómo es tu situación actual? Si no sales de ahí y buscas otras alternativas te pronostico que el próximo año nos volveremos a ver y estarás ahí en el mismo sitio.

-¿Y cómo se buscan alternativas?

Es una cuestión, por una parte, de actitud; por otra parte de proactividad; y por otra, de creerte que esto es posible. Hay gente que está ahí muy sesgada en esa limitación y gente que ha salido de ahí y está en un proceso de creación constante. No quiero tampoco generalizar, pero creo que la clave es preguntarnos dónde estamos cada uno de nosotros.

¿En qué punto estoy yo? ¿En el paradigma industrial de repetir rutinas, de que ya sé lo que voy a hacer el año que viene porque ya lo tengo programado, o en el paradigma inteligente en donde sé que cada día es una nueva oportunidad para querer o crear quien yo quiera ser? Pues yo estoy en ese lado. Cada día es una oportunidad de hacer las cosas mejor, de seguir innovando, de seguir creciendo, de seguir acometiendo proyectos. Son dos puntos de vista que crean dos realidades totalmente divergentes.

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