Cada vez son más los jóvenes que ven insuficiente el sistema educativo y universitario actual. Son muchas las razones, pero una de ellas es la escasa formación práctica y la falta de contacto con el mundo laboral y empresarial. Se echan en falta sinergias que lleven a una mejor inserción del estudiante en el mercado de trabajo.
Otro aspecto en el que muchos consideran que flaquea la educación española es la capacidad para generar emprendimiento, iniciativas y proyectos individuales o colectivos. Según un reciente estudio de Adecco, más de la mitad de los jóvenes con interés en llegar a ser empresarios o directivos creen que para 2050 los títulos universitarios no serán necesarios para este cometido. Además, observan entre los CEO actuales una carencia de aptitudes transversales como la curiosidad, las habilidades interpersonales o la creatividad.
Resulta contradictorio, sin embargo, que estas carencias sean habituales en un país con más de tres millones de autónomos (alrededor de un 17% del total de los trabajadores). Un país, además, cuyo tejido empresarial está compuesto en un 98% de fibra pyme, con cientos de miles de sociedades en funcionamiento.
Un artículo publicado por el Banco de España en verano determinaba que un 26% de los trabajadores españoles por cuenta propia reconoce comenzar como autónomo por necesidad, un porcentaje solo superado por Letonia, Portugal y Austria en la eurozona. Según el estudio, la situación es más frecuente entre los trabajadores menos formados: 30% de los no asalariados con pocos estudios lo son por necesidad.
En los jóvenes aún es más notorio: un 60% de los autónomos de entre 15 y 24 años lo son al ver que no les queda otra opción. Este autoempleo iniciado por personas sin formación está asociado «a una menor supervivencia de la empresa, a menores ganancias o a menor satisfacción», indicaba el artículo.
Cambridge International, una alternativa basada en la autorreflexión
Ante estos problemas con el emprendimiento en nuestro país, existen modelos educativos en los que se priorizan cosas distintas. La mayoría de ellos o pertenecen al sector privado o vienen de otros países. Uno de ellos es el que abandera Cambridge International Education, una institución que apuesta por una enseñanza más aplicada, por el fomento del pensamiento crítico y por la formación de individuos autosuficientes.
Para conocer este sistema con mayor detalle, tres personas vinculadas a él nos cuentan su experiencia. La primera de ellas, Tarsilo Onuluk, es desde 2018 jefe de personal de Crispin Blunt MP, político británico, pero antes perteneció también al equipo de la dirigente Andrea Jenkyns. «El modelo educativo en el que me eduqué en Cambridge House Community College es la principal razón por la cual he podido acceder a las oportunidades laborales más importantes a lo largo de mi carrera profesional», afirma.
Según ilustra, este centro basa su educación en el modelo de Cambridge International, el cual enseña a los estudiantes dos valores que considera imprescindibles: «El primero, la idea de que somos ciudadanos de un mundo global; y el segundo, apreciar la capacidad de aprender y tener una mentalidad crítica, además de un buen conocimiento».
En sus clases de literatura se les invitaba a reflexionar, por ejemplo, sobre cómo hubieran acabado el libro si hubiesen sido un personaje en particular de la historia. Y en ciencias, añade, todo se enfocaba hacia la realización de experimentos. «Muelles en física, óxido de cobre en química, plantas en biología… Cada semana algo nuevo», relata.
«Aprender a pensar de manera independiente y sobre todo con la habilidad de cuestionar si lo que se presenta tiene que ser como lo es hoy ha sido fundamental para mi vida laboral», asegura Onuluk. También destaca la importancia de haber podido valorar las diferencias en distintos lugares, países y comunidades a la hora de emprender.
Competencias transversales, habilidades interpersonales
Una de las corrientes actuales es el fomento de las competencias transversales o las habilidades sociales en el entorno de las organizaciones, pero son conceptos abstractos que a veces cuesta plasmar en la práctica. ¿Cómo se trabajan realmente estas aptitudes? Según el inquilino de la Casa de los Comunes, para responder a esta pregunta tenemos que pensar qué es lo que buscamos en un emprendedor o empleado: a su juicio, conocimiento y comportamiento.
«En muchos sistemas educativos se pone excesivo énfasis en el conocimiento cuando, en mi experiencia, es igualmente necesario tener un compañero que sepa trabajar en equipo, pueda organizarse o pueda tomar decisiones, tanto como que sepa desarrollar la tarea que se le exige», sostiene Onuluk. El primer paso para trabajar estas competencias transversales, aduce, es «valorar nuestro comportamiento al nivel de nuestro conocimiento».
Una de las herramientas de este tipo de educación, según asegura, es la posibilidad de hacer courseworks (proyectos académicos) que cuentan en la nota final o una semana de experiencia laboral en la que el estudiante tiene que contactar con empresas u organizaciones, con la ayuda del colegio, con el fin de poder trabajar y aprender sobre la vida laboral. «Estos proyectos ayudan a que el estudiante trabaje de manera independiente, sea capaz de manejar presión y pueda cumplir los límites de tiempo impuestos», apunta Onuluk.
La educación del futuro
Para Onuluk, a medida que el mundo se interconecta más y más, se vuelve imprescindible tener perspectiva global y, a medida que la comunicación de nuevas ideas o tecnologías se hace más instantánea y detallada, más importante es la habilidad de saber cómo aprender y adaptar nuestro conocimiento de manera constante.
También recalca que, a medida que la educación mejora, suele producirse un mayor acceso universitario, lo cual incrementa la demanda de trabajos no manuales o técnicos. «Si bien acceder a un nivel alto académico puede abrir ciertas oportunidades, también es imprescindible fomentar una educación de calidad en posiciones técnicas relacionadas con agricultura o producción», señala el empleado del Partido Conservador Británico.
Por último, remarca el retorno de los apprenticeships o formación en el ámbito laboral. «Cada vez más empresas de todo tipo ofrecen a estudiantes la oportunidad de trabajar con ellos y recibir los conocimientos y las titulaciones requeridas a través de la empresa en vez de la universidad», indica. Sin embargo, apunta el exalumno de Cambridge International la necesidad de fomentar sinergias entre ámbitos formativos: «Hay que dar oportunidades a los colegios, universidades, gobiernos y empresas de trabajar juntos en la formación de los jóvenes».
Cómo fomentar la cultura emprendedora desde el colegio
Nick Mazur, Senior Manager en Europa de Cambridge International, lo tiene claro: «Aquí creemos que la cultura emprendedora puede construirse desde la educación en el colegio». Según cuenta, muchas de las escuelas de la institución ofrecen estudios centrados en negocios. El ejemplo paradigmático es Cambridge IGCSE Enterprise, un programa educativo muy orientado a la cultura empresarial a través del aprendizaje en el cual se alienta a los estudiantes a pensar de manera independiente y entregar y crear proyectos conjuntos.
En otros colegios se desarrollan estas habilidades a través de clubs con comités sociales en los que los alumnos organizan sus propios eventos y recaudan fondos para sus actividades. Para Mazur, los colegios tienen «la posibilidad de crear un ambiente de enseñanza en el que los estudiantes aprendan de sus errores y no tengan miedo a cometerlos». Además, asegura que «estos colegios pueden ser creadores de oportunidades para los estudiantes mediante la creatividad y la innovación, alentándoles a pensar diferente y a arriesgarse».
Estas competencias transversales y habilidades sociales son cada vez más habituales y demandadas en el entorno de la empresa, pero, ¿cómo se trabajan realmente? Según Mazur, los colegios pueden hacer uso de un enfoque de enseñanza que aliente a los estudiantes a ser activos en el aula y, al igual que Onuluk, apuesta por darles más control y permitirles sacar sus propias conclusiones en áreas de estudio donde «no hay respuestas correctas». «Esto fomenta la innovación, el pensamiento creativo y la comunicación«, apunta.
Por otro lado, el programa Cambridge Global Perspective trata de cultivar la independencia, el pensamiento crítico y la evaluación. «En un tema como historia, los estudiantes deben poder analizar e investigar», reivindica Mazur. Señala que si estas habilidades se introducen en el plan de estudios temprano, los estudiantes «se sentirán más cómodos con un papel activo en el aula, permitiendo su propio aprendizaje y desarrollo».
Preguntado sobre los modelos educativos hacia los que se dirige Europa, observa una tendencia hacia el enfoque de desarrollar en los colegios habilidades necesarias para el éxito y el conocimiento. Pero precisa que «es importante que todos los estudiantes tengan un camino educativo que se adapte a sus intereses y fortalezas para que puedan sobresalir y alcanzar su potencial«.
Caso de éxito
Un ejemplo de estas habilidades en el mundo del emprendimiento es el de Tito Perelló, formado en Cambridge International. Hace poco fundó junto a un amigo City Poké, el primer restaurante en España centrado en este plato importado de Hawai donde todos los productos son 100% naturales y saludables.
Para Perelló, emprender nunca es sinónimo de garantías. «Es prácticamente imposible lanzar cualquier emprendimiento y saber que va a funcionar a un 100%», apunta. Sin embargo, subraya que los puntos clave son «basar la decisión en un análisis previo, confiar en el producto y acertar en el público al que te diriges». «Uno de los pilares que nos han llevado al éxito es basarnos en el cliente y tener muy clara que nuestra prioridad son ellos. Con eso, si dominas tus costes y tus márgenes, la rentabilidad y el beneficio llegan casi sin buscarlos», relata.
«Yo tuve la suerte de que mi educación en Cambridge International estaba muy enfocada a lo que llaman active learning, un modelo que permite a los estudiantes conocer y aprender herramientas útiles para el futuro que son aplicables a la vida más allá de las aulas», explica el emprendedor valenciano.
Para él, a la hora de afrontar nuevos negocios, lo que marca la diferencia son «las habilidades y herramientas que el modelo educativo provee al estudiante para enfrentarse a la realidad fuera de los conocimientos puros». El hecho de recibir una educación alternativa ha sido, según asegura, lo que le ha permitido «ser una persona con criterio propio, analítica y con capacidad para tomar decisiones». «Este tipo de aprendizaje ayuda a la hora de enfocar nuevos negocios, pero además impulsa a los alumnos a sentir pasión por el conocimiento, ya que cada uno lo aplica a su manera», añade Perelló.
Sobre la forma de trabajar y desarrollar las competencias transversales como el espíritu crítico, la gestión del tiempo y el estrés, la empatía o el trabajo en equipo, el hostelero afirma que el enfoque es diverso, en función de la persona. Es por ello que defiende la educación interactiva que permita al estudiante «ser proactivo, curioso y ambicioso».
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